Saturday, January 19, 2008

Corte sconta detta Arcana

Otra reunión ha concluído. Como el agua y el aceite, y pese a todos los esfuerzos en contrario, boreales y australes han hecho cada uno su rancho aparte. De los primeros Gurí no esperaba otra cosa. De los compatriotas, en cambio...

Whisky Tango Foxtrot, over.
Ni chiflan los chanchos, ni vuelan de flor en flor: se les pasará, no se les pasará, qué joraca me importará.


Tras el esfuerzo, el precio: las pesadillas.

_ ¡Che Gurí! Cazá la chata y tirale los quesos a Pinet. Y a la vuelta pasás por la barraca: Caviglia te va a dar unas cajas; las ponés al fresco en el galponcito.


_ Pero tío, el pibe ni llega a los pedales... voy yo en un chijetazo.

_ Querrás decir en un tire-de-fideazo ¿no Javier? ¿Vos te pensás que no sé para qué vas tanto al Empalme? Esto es un pueblo, salame: la gente lleva y trae. Por un pancho y una coca podrías encajetarla acá en las casas, que para éso tenemos tanta cocinera, en lugar de babearte como un cuzco y andar reventando vento en patinetas... Quedando como un gil además. ¿Y campeón? ¿Qué esperamos? Metéle, Gurí. No agarrés por el puente que se alarga: mandate por el vado nomás, fija que con la luna el arroyo ya da paso.

Los Porteños mueren en el Liberaj; se gana / pierde la Guerra de los Seis Días; Sandro canta "La vida continúa". En lontananza quedan como un espejismo los picos nevados, la Chevrolet con caja de tercera, el John Deere de 50 caballos, el ruano, el moro de acero, el cargador aéreo que tántas veces tuvo que reparar para la letanía del mediodía: "... jaula de gordos, repito, una jaula .de terminados ..."

Atrás también queda la Flaca su primera novia, la chalana de pescar gringas, el bridge a tres centavos el punto, la quiniela, las diapos por la Brava, la IASA, la Facu, el proyecto Río, el tacho, la lleca...

Y si en las vueltas de la vida no se plantó con siete y medio, al menos ha llegado a las Uropas y es hoy Don Gurí. (El preferiría seguir siendo Che; pero cuanto más se esfuerza por explicarlo, más confusas se vuelven las miradas de las gentes.)


Duerme y sueña que despierta, aterido, sobre la helada losa de un dolmén. Cerca, él sabe, hay un menhir que marca la dirección del sosticio. Se incorpora, cada hueso y músculo otro grito. Mira hacia la falsa aurora.


Bajo sus garras la columna de piedra es una incómoda percha. Molesto, salta y vuela hacia donde se insinúa el primer sol del invierno.


El viaje es largo. Más de una vez quiere posarse, o por curiosidad al menos acercarse a los minaretes, a los rebaños, a los nómades de la estepa. Una ciudad en especial que refulge lo llama desde el horizonte pero él resiste. Su voluntad no merma ni su propósito vacila. Tras larga travesía muy al norte de Ganga arriba finalmente a Eridanus, al que las gentes del lugar llaman Amur, Sahaliyang Ula, o también Heilong Jian. Los restos de Phaethon aún se atisban bajo la arena, pequeños granos amarillos si uno sabe mirar. Y de miradas él entiende un rato.


Agotado, desciende y se posa en una barca desde la que tres nativos colectan el metal.

_ Chuu, chuu... ¿Cansado, padrecito Fenist? Viajero largo, seguro... Fedor Nicolaievich, tíreme un pedazo de carne para mi amigo el halcón.

_¡Dorofey! ¡Dorofey! ¡Nuestro pequeño Afanasii ha atrapado al djin que nos llevará al placer rechoncho de pepitas como bolaños! Afanas, mi querido, el bicho no tiene anillo. Es por lo tanto agreste y no entrenado: un muchacho listo como tú dejaría la carne a su alcance, pero no sus propios ojos ni sus manos. Queremos contar el oro luego, y gastarlo, y disfrutarlo. Cuando lo encontremos, éso sí.


_Fedor, mi padrecito Fenist nos traerá la fortuna ¿verdad, padrecito? Para que Labios Dorados pueda dejar el Patio del Arcano...


¿Quién?... ¿Cómo?... ¿Qué?...

_Otra vez soñando, Marco. ¿Lo mismo?


_ Si, lo mismo. Pero la historia avanza. Es ya otoño en la tundra. La primavera llega tarde allí y los ríos traen agua hasta el fin del verano. Hay una lancha anclada en el remanso. Sobre ella un Peregrino se ha posado. Unos desgraciados caminan junto a la barca, agua helada hasta la cintura. Usan un artilugio cuyo nombre es Draga para ordeñar desde la arena patéticas miserias, atisbos apenas de oro aluvial. Uno de ellos, el joven llamado Inmortal, busca hacer fortuna para comprarte.

Sobre la mesa del tarot en Venecia en el patio secreto del Arcano, Labios Dorados voltea la penúltima carta.


_Inútil, Marco. La empresa fracasará, o ya ha fracasado.

_La Torre ¿eh? En un viaje yo conocí un lugar en el que el oro era el más vil metal, tánta era su abundancia. Rellenaba las bocas, cortaba las viandas, escanciaba los vinos... Creo que hasta lo hubieran hilado de no resultar sus lienzos tan pesados para vestir, y aún tan frágiles ante las saetas. El oro allí cubría hasta los techos; el reflejo de las cúpulas y las torres se veía desde gran distancia.


Con la yema de los dedos, Labios Dorados apreta contra la mesa el último naipe aún por descubrir.


_¿Y por ése sitio me has nombrado?

_No. Era un lugar maldito, ésa ciudad. Usaban veneno para separar el oro desde el mineral. No des vuelta la carta.


En Bóreas, manta un bollo, bañado en sudor pero temblando de frío, con un estertor Gurí se tira de la cama. Teme dormirse y volver a ser Marco el de la Ruta de la Seda. Se levanta a los tumbos y encara hacia la ducha. Otra noche, quizá. Con otro mazo.

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